
Hoy os traigo una maravilla hecha historia.
Ella es Rocío, ella fue, es y será mi tata, la persona que me cuidó cuando mi madre tenía que trabajar. Ella fue esas manos y brazos que me sujetaron fuerte y me acunaron cuando lo necesitaba.
Hoy no será una historia con preguntas y respuestas. Ella me escribió de su puño y letra las palabras que vais a leer a continuación. Desde que publiqué la historia de Carmen, una pequeña gran guerrera, mi tata quiso contar la historia de su hijo, y creedme, es digna de ser contada, publicada, pero sobre todo, es digna de ser abrazada.
Seguro que desde aquí podemos mandarle un abrazo gigante a esta mamá tan valiente y resiliente.
Todo empezó con el día de la boda. Todo fue perfecto. Al cabo de unos meses me quedé embaraza.
Tenía 26 años y estaba súper ilusionada con la llegada de mi bebé. El embarazo transcurría normal y yo estaba bien, nada hacía sospechar que todo se iba a torcer y, el mundo entero se cayó a mis pies… Aún después de 29 años tengo presente ese día y me duele cuando pienso en ello.
La mañana del 25 de marzo de 1993 me levanté como cada día, a eso de las 12 de la mañana noté que estaba manchando y me asusté mucho.
Cuando fuimos al médico me dijo que estaba de parto. «¡Pero cómo puede ser, estoy de seis meses y medio! ¡No puede ser!». No lo entendía y me puse a llorar.
El médico pidió una ambulancia para trasladarme al hospital, pero no había ninguna disponible, por lo que tuve que ir en un taxi con mucho miedo, ya que estaba a una hora de camino y con una carretera en malas condiciones.
Por fin llegué al Hospital de Río Tinto (Huelva) y al llegar el médico me dijo que estaba de parto y que había dos opciones: la primera que tenían que hacerme una cesárea y al niño le tendrían que mandar a Huelva en una UCI Móvil en una incubadora portatil (porque en ese Hospital no había UCI para bebés prematuros); y la segunda, que fue la que elegí, ir a Huelva en ambulancia con un enfermero.
Tenía la esperanza que si llegaba a Huelva pudieran parar el parto y que mi bebé pudiera nacer a término.
Después de otra hora en la ambulancia, llegamos al Hospital Juan Ramón Jiménez donde me pusieron tratamiento para intentar parar el parto y así que mi bebé pudiera madurar.
Sólo podía pensar que todo era una pesadilla y que pronto iba a despertar... Pero no fue así. La realidad es que todo estaba sucediendo y no se podía hacer nada para parar el parto.
Esa noche no pude dormir, pero mi bebé todavía estaba en mi vientre y eso me daba esperanza.
Día 26 de marzo de 1993, me llevan a monitores por la mañana y me dijo el ginecólogo que parecía que se estaba normalizando y que había dejado de manchar pero que iban a dejarme ingresada unos días más. Me dijo que todo había empezado por una infección de orina.
Mi bebé estaba bien y eso era lo más importante.
El día 27 de marzo, transcurrió con normalidad, me encontraba bien y mi bebé también.
Todo cambió el 28 de marzo de 1993. Ya no podían parar el parto. Tuve una fuerte hemorragia y los estabamos corriendo peligro. Entré en quirófano a las 8:15 y a las 8:40 mi bebé nació… Con un kilo y 120 gramos. Muy pequeñito, pero pude oirle llorar mucho.
Se lo llevaron directo a la incubadora. El médico me dijo que estaba bien pero que había que esperar las próximas horas, porque eran muy importantes.
Al día siguiente pude tocarlo un ratito, a mi bebé, tan pequeño.
Pasaron 22 días y paracía que todo iba bien, pero al día 23 todo se torció.
Mi bebé empezó a ponerse mal y me dijo el pediatra que podría morir en pocos días. Yo no podía creer lo que me estaba pasando, lo que nos estaba pasando.
Hablé con los médicos y le dije que quería llevarme a mi bebé para Sevilla, al Hospital Virgen del Rocío, pero me dijeron que no podían autorizar el traslado pues el bebé podía correr riesgos durante el mismo y que podría morirse en el trayecto, y que si así debía ser, que mejor que fuera en Huelva.
Les dije que me lo llevaba bajo mi responsabilidad y así fue como me llevé a mi bebé a Sevilla.
Al llegar le ingresaron en la UCI Neonatal y después de dos meses, le pasaron a prematuros y todo parecía ir bien y me dijeron que pronto podría llevarmelo para casa pues había puesto puesto, dos kilos y medio. En una semana, me lo podía llevar a casa. ¡Qué alegría sentí! Pero la realidad es que no fue así.
Nos llamaron de la consulta del oftalmólogo y la doctora quería hablar con nosotros.
Nos dijo que había que operar a mi bebé inmediatamente de la vista pues tenía retinopatía del prematuro y que si no le operábamos podía quedarse ciego para siempre, que era en ese momento o nunca. Al menos si la operación iba bien, mi bebé podía ver, podía verme.
Al salir de la operación, la médica nos comentó que mi bebé había sufrido una parada respiratoria y que había vuelto a la UCIN, donde estuvo dos semanas.
Lo pasaron a planta y allí estuvo unos días y por fin me lo pude traer para casa.
Han pasado días, meses, años, desde que le dieron el alta y me sigue doliendo como si fuera esa época.. Después de eso, ese tiempo no ha sido fácil.
Ahora tengo a mi hijo conmigo que es lo realmente importante. Estoy muy agradecida de que está muy bien y que fue un auténtico milagro.
Fdo. Rocío Márzquez.
Esto pasó hace 29 años. A nivel médico hemos avanzado. La medicina, la humanidad en los hospitales, el trato con las mamás ha cambiado. Lo único que no ha cambiado ha sido el amor de una madre por su hijo y por todo lo que han tenido que pasar hasta llegar al día de hoy.
La importancia de los controles de orina durante el embarazo es para esto. Para evitar el nacimiento de un/a bebé de manera prematura. La infección de orina puede provocar contracciones en el útero, lo que puede desencadenar el parto.
Gracias, tata, por contar tu historia, por hacer visible la realidad del miedo, la incertidumbre, que ronda a un parto de un bebé prematuro. La realidad es que la soledad de los brazos que se quedan cuando tu bebé se queda en una UCIN es muy difícil de gestionar.
Seguro que hay muchas mamás que te leen y se identifican contigo, con tu historia y desde donde estén te mandan besos y abrazos, aunque sean virtuales.
Yo siempre te mandaré besos, abrazos y no me dará la vida para agradecerte TODO lo que has hecho por mí y lo que has aportado para que esté hoy aquí. GRACIAS, TATA.
Si te has visto identificada y te gustaría tener un acompañamiento emocional durante tu embarazo; si estás ahora con una o un bebé en una UCIN y necesitas sostén; o, si te gustaría sanar el nacimiento prematuro de tu bebé, sea como fuere, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través del siguiente enlace.
Deja una respuesta