Hoy os dejo otra historia maravillosa de una familia formada por Alba, Rafa y la pequeña Vega.
Ellos se prepararon su parto durante el curso de preparación al parto mediante Hipnoparto. Gracias a ello, pudieron vivir una experiencia que les conectó por y para siempre.
Si recuerdo mi día del parto se me viene a la mente una frase de una de las canciones de Fito que dice: “cerca del final, donde todo empieza…”
Me quedé embarazada y fui trabajando con María miedos que surgieron y otros que ya estaban ahí, pero de lo que sin duda a lo que nunca temí fue al día del parto. Siempre tuve muchísimas ganas y curiosidad de vivir ese momento.
Las últimas semanas y días me los pasé pensando en cuándo sería el momento. Este llegó el sábado 27 de Abril, de repente, tal y como yo pensaba.
Me desperté como todas las mañanas, fui al baño y tenía algunas molestias como siempre. Dolor en la espalda y en las piernas de haber dormido regular durante la noche por tener que moverme tanto para encontrar postura.
Sentada en el baño me di cuenta que tenía molestias en la zona baja del vientre, pero no le hice mucho caso pensando que eran los ligamentos que al haberme levantado de la cama y estar sujetando el peso de Vega se habían resentido un poco.
Volví a la cama y el dolor no cesaba, iba y venía cada poco tiempo y yo me movía tratando de calmarlo. Sobre las 09:00h escribí a mi amiga Isa, nuestra matrona, y le pregunté directamente que cómo se suponía que debía sentir una ola uterina.
Todo el mundo me había hablado de que debía sentirlas en la barriga, en la zona del estómago, por encima del ombligo, pero a mí me dolía justo en la zona de la vejiga, donde siempre noto el dolor de regla y eso me hacía estar confundida.
Ella me dijo que cada mujer lo sentíamos distinto, que me observase y que cuando yo quisiera me fuese con ella al hospital para hacerme un monitor y ver qué tal iba todo. Le dije que sí, que así lo haría, pero que esperaría un poco porque no había tenido olas uterinas antes y seguro que se me pararían si es que lo que yo sentía lo eran.
La mañana transcurrió con el móvil en la mano, registrando en la app todas las olas uterinas que iban y venían. A Rafa y a mí nos dio tiempo a dejar preparado todo en casa por si acaso.
Limpiamos, ordenamos, dejamos preparada la comida de nuestro perro, etc. Yo tenía molestias y conforme llegó el medio día se hicieron mucho más intensas. Comimos algo y sobre las 14.30h llegamos al hospital donde mi matrona se encontraba.
Me puso en monitores y las olas uterinas estando tumbada, casi no las podía tolerar. Necesitaba ir vocalizando cada vez que venía una y sentía ardor en mis caderas.
A las 15.30h salimos del hospital. Después de ponerme monitores y saber que todo estaba bien y que efectivamente tenía olas uterinas. Mi amiga y matrona me realizó un tacto. Ahí supimos que estaba de parto, había borrado el cuello y estaba de 3cm.
Este hospital no era el que nosotros habíamos decidido, así que nos fuimos de nuevo a casa.
Rafa subió corriendo y recogió las cosas para el hospital que habíamos dejado preparadas. Pronto llegamos al hospital donde queríamos dar a luz. Avisamos de todo lo que había ido ocurriendo y mi amiga les puse en conocimiento, puesto que también trabaja allí.
Me pusieron de nuevo monitores, ya que había pasado un tiempo prudencial desde que me los habían puesto en el otro hospital y, así, pudieran ver que todo seguía bien.
Mientras las olas uterinas se habían ido intensificando, el ardor en las caderas cada vez era más fuerte y las sensaciones más intensas.
Al entrar en nuestra habitación, Rafa se encargó de hacerla nuestra. Puso el difusor con lavanda, la luz tenue con una pequeña lamparita que habíamos comprado y encima de la cama me puso las afirmaciones positivas que habíamos preparado en la sesión de hipnoparto con María.
Cada vez que venía una ola uterina, las leía. Lloré mucho esas primeras olas uterinas en el hospital, en nuestra habitación, pero era de emoción.
Vinieron a hacerme un tacto y comprobar que todo seguía su curso y sobre las 18.00 de la tarde estaba de unos 5-6cm. Me preguntaron, tras leerse nuestro plan de parto, que sí quería la epidural.
La matrona insistió en que sabía que yo no quería, pero debía saber si había cambiado de opinión y me dejó claro que el parto era mío y yo iba a decidir siempre como vivirlo, que simplemente me preguntaba por si había cambiado de opinión.
Le comenté que no, que me encontraba bien y que pensaba que podía soportarlo perfectamente.
Siempre tuve presente el semáforo 🚦 del que tanto nos habló María en nuestra preparación al parto. Rafa me ayudó muchísimo con caricias, abanicándome, apretándome las caderas con toda su fuerza como yo le pedía, me acariciaba, me besaba, me abrazaba e incluso me acompañaba y recordaba la respiración que a mí tanto se me olvidaba…
Tuve que tumbarme en la cama porque mi cuerpo empezó a temblar y a quedarse sin fuerzas y así estuve hasta el final.
La bolsa no se rompía y la matrona me ayudó a romperla para que el parto siguiese su curso porque yo sentía muchísima presión y todo muy abajo
o el parto no continuaba porque la bolsa no se había roto. Cuando la rompieron me avisaron de que ya lo siguiente que debía sentir sería muchísimas ganas de empujar o ganas de ir al baño.
No pasarían más de 10 minutos que con un sentimiento de incredulidad dentro de mí le grité a Rafa que por favor avisase que Vega ya venía. Casi no podía hablar porque mi cuerpo empujaba muchísimo.
Salió corriendo de la habitación para avisar a la matrona y vinieron enseguida. Comprobaron que estaba dilatada de 10 cm y me pasaron a paritorio.
Allí los pujos ya fueron más complicados de sobrellevar porque estaba cansada de todo el día, pero tanto la matrona como la ginecóloga y el auxiliar me animaban muchísimo. Por no hablar de las palabras de Rafa que nunca pararon de estar al lado, dándome aliento cuando ya creía que no podía más.
El auxiliar, en una de las veces que yo descansaba y esperábamos la siguiente ola uterina, nos preguntó si queríamos música y le dijimos que sí. Nos preguntó qué queríamos escuchar y le dije que Coldplay.
Tras varios pujos, ver en el espejo la cabeza de mi hija y apoyarme en las palabras de aliento de cada uno de ellos, nació nuestra hija Vega.
Lo recuerdo y se me llenan los ojos de lágrimas de emoción y de orgullo.
Recuerdo que cuando me la pusieron encima solo decía “mi bebé, mi bebé” y la acariciaba y besaba… Tenía su cabecita húmeda y a mí solo me apetecía achucharla. Miré a Rafa y casi con incredulidad de nuevo le dije “lo hemos conseguido”.
No fue mi parto, fue nuestro parto.
Él estuvo al pie de cañón conmigo y aunque físicamente la única que lo pudo vivir fui yo, esta experiencia también fue suya y solo puedo estarle eternamente agradecida por el apoyo que me brindó para poder vivirlo tal y como yo quería. Sé que sin él la experiencia quizás habría sido otra muy distinta…
Nuestra hija nació sana y yo me recuperé rapidísimo de todo.
Siempre tuve muy presente ese semáforo del que nos hablaba María. Nunca pasó al rojo, nunca sentí que realmente no podía más. Todo fue muy rápido y yo misma me sorprendía durante el proceso de que así fuese y me repetía a mí misma que debía seguir tranquila y confiando en mí para mantenerme en esa situación tan beneficiosa para las dos.
No puedo parar de agradecerle a María la preparación que nos dio para enfrentar toda la situación como lo hicimos. Y a Rafa por prepararse conmigo para vivirlo intensamente.
Desde luego ha sido la experiencia de nuestra vida y repetiría una y mil veces ese 27 de Abril dónde tan feliz fui durante las 12h que duró el trabajo de parto.
Me emociono de releer su parto una vez más. Qué experiencia tan bonita y maravillosa. Qué pedazo de equipo hicieron.
Gracias familia por elegirme para acompañaros en vuestra preparación y así poder afrontar ese parto de una manera tan espectacular.
Alba y Rafa se prepararon con el curso de la preparación al parto mediante Hipnoparto y consiguieron hacer un equipo maravilloso donde Alba se empoderó y Rafa pudo ser esa pieza clave que necesitó Alba para poder dar a luz a su pequeña Vega.
Gracias familia por vuestras palabras de cariño.
Si como ellos te gustaría poder tener una experiencia tan bonita, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través del siguiente enlace.
Y recuerda… ¡Lo estás haciendo bien!
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